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La Gran Invocación

       Desde el punto de Luz en la mente de Dios

Que afluya Luz a las mentes de los hombres

Que la luz descienda a la tierra.

 

Desde el punto de Amor en el corazón de Dios

Que afluya Amor a los corazones de los hombres

Que Cristo retorne a la tierra.

 

Desde el centro donde la Voluntad de Dios es conocida

Que el propósito guíe a las pequeñas voluntades de los hombres

El propósito que los maestros conocen y sirven.

 

Desde el centro que llamamos la raza de los hombres

Que se realice el plan de Amor y de Luz

Y selle la puerta donde se halla el mal.

 

Que la Luz, el Amor y el Poder restablezcan el plan en la tierra.

 

“Esta invocación no es propiedad de ningún individuo o grupo en especial. Pertenece a toda la humanidad. Su belleza y fuerza residen en su sencillez y en que expresa ciertas verdades esenciales que todos los hombres acepten innata y normalmente: La Verdad de la existencia de una inteligencia básica a la que damos el nombre de Dios; la Verdad de que detrás de las apariencias externas el Amor es el poder motivador del universo; la Verdad de que Cristo vino a la tierra y que él encarnó ese Amor para que pudiéramos comprenderlo; la Verdad de que el Amor y la Inteligencia son consecuencia de la Voluntad de Dios y, finalmente, de que el Plan Divino sólo puede desarrollarse a través de la humanidad misma.

“Cada una de las cuatro estrofas se refiere a uno de los tres aspectos de la energía divina—además de referirse a la humanidad misma donde se unen los tres—y están potencialmente en latencia, llegando finalmente al pleno florecimiento de la divinidad, expresando en forma perfecta los tres aspectos. De allí, hermanos míos, la intensidad del conflicto humano—conflicto sin paralelo en cualquier otra diferenciación de la Vida Divina. En la humanidad se unen todos los aspectos y líneas. Esto es fundamental en la enseñanza esotérica. Ustedes saben muy bien que los reinos subhumanos culminan en la humanidad y los reinos superhumanos tienen allí su oportunidad y todas las vidas superhumanos han pasado alguna vez por el reino humano”.

“Las primera tres líneas se refieren a la Mente de Dios, como punto focal para la luz divina, lo cual significa el Alma de todas las cosas”.

“En las tres líneas de la segundas estrofa es invocado el corazón de Dios y considerado el punto focal de amor. Este “corazón” del mundo manifestado es la Jerarquía—ese gran agente transmisor de amor hacia cada forma de la divina manifestación”.

“El amor es una energía que debe llegar a los corazones de los hombres y fecundar a la humanidad con la cualidad de la comprensión amorosa—eso es lo que el amor y la inteligencia expresan cuando se unen”.

“Las tres líneas, de la tercera estrofa se refieren a Shamballa — “el centro donde la  Voluntad de Dios es conocida”— el centro de donde la jerarquía extrae su vida, a medida que despierta en la humanidad el impulso de servir”.

“Habiendo invocado los tres aspectos o poderes de la Mente, del Amor y de la voluntad, las tres líneas de la cuarta estrofa indican el arraigo de todos estos poderes en la humanidad misma, en “el Centro que llamamos la raza de los hombres”. Aquí y sólo aquí resida la promesa del futuro y su esperanza y oportunidad. Aquí y sólo aquí, todas las cualidades divinas—en tiempo y espacio—pueden expresarse y cumplirse; Aquí y sólo aquí, puede verdaderamente nacer el amor, actuar correctamente la inteligencia y la Voluntad de Dios demostrar su buena voluntad efectiva. Por intermedio de la humanidad, sola y sin ayuda (excepto por el Espíritu divino que existe en cada ser humano), puede “ser sellada la puerta donde se halla el mal”. No es Sanat Kumara (el logos planetario) que sella esa puerta; no es la Jerarquía que obliga al mal a retroceder al lugar de donde vino. Es la humanidad que lucha, aspira y sufre, a quien se le ha confiado la tarea y, hermano mío, la humanidad es apta para esa tarea. Esta afirmación la tienen siempre en cuenta quienes emplean con mucho poder la Invocación, y sirve para enfocar y arraigar en el reino humano las energías invocadas. Tal es su tarea. De ahí en adelante la humanidad se hace cargo de ese cometido”.

“En nuestro ciclo ario está surgiendo otro llamado invocador. Esta vez es triple. Es un clamor por luz en nuestro camino y para que la luz fluya a los lugares oscuros de la Tierra; es un llamado por más amor en el mundo, como lo claman los hombres de buena voluntad y de tendencias humanitarias; es, finalmente, el llamado intuitivo de los aspirantes y discípulos del mundo para la plena expresión, en tiempo y espacio, de la voluntad al bien—la Voluntad de Dios. La instintiva humanidad común, los hombres y mujeres de buena voluntad y los discípulos del mundo, están todos implicados en esta invocación, introduciendo los atributos de instinto, inteligencia e intuición. Los tres están fusionados en esta Gran Invocación. Tengan constantemente presente esta fusión básica que se va expresando oralmente y extraigan aliento del acercamiento masivo a la fuente de toda Vida, amor y Luz. Nada podrá resistir la demanda conjunta de los hombres de todas partes en sus graduadas y compactas filas”.

“Si esta nueva Invocación se distribuye ampliamente, puede ser para la nueva religión mundial lo que el Padre Nuestro ha sido para el cristianismo y lo que el salmo XXIII fue para el judío de mente espiritual”.

“Primero, el público en general considerará la Invocación como una plegaria a Dios trascendente. No reconocerá a Dios como inmanente en su creación; la elevará en alas de la esperanza—esperanza de luz, amor y paz, que incesantemente anhela. La considerará también como una plegaria para iluminar a todos los gobernantes y dirigentes de todos los grupos que manejan las cuestiones del mundo; como oración para que afluya el amor y la comprensión entre los hombres, de manera que puedan vivir en paz mutuamente: como demanda para que se pueda cumplir con la voluntad d  Dios. Como oración para fortalecer la responsabilidad humana, a fin de que los conocidos males actuales, que tanto angustian y perturban al género humano, desaparezcan y pueda controlar una indefinida fuente del mal. Finalmente la considerará como una plegaria para que se restablezca una condición análogamente imprecisa y primitiva de felicidad y bienaventuranza y desaparezca de la tierra toda desdicha y sufrimiento.

Para el público en general esto es muy bueno y útil e inmediatamente posible. He dispuesto y expresado las palabras de tal manera en la Invocación que al mundo cristiano no le resulte imposible utilizarla por medio de las iglesias”.

“Segundo, el acercamiento de los esoteristas y aspirantes del mundo es más profundo y comprensivo, impartiéndoles el reconocimiento del mundo de las causas y de Quienes permanecen subjetivamente detrás de los asuntos mundiales, los Directores espirituales de nuestra vida, los cuales están dispuestos a fortalecer a quienes tienen verdadera visión, y a indicar no sólo la razón de los eventos en los diferentes sectores del vivir humano, sino también hacer esas revelaciones que permitirán a la humanidad avanzar de la oscuridad a la luz”.

“Es evidente que las tres primeras estrofas o versos, invocan, llaman o apelan, a los tres aspectos de la vida divina universalmente reconocidos: La mente de Dios, el Amor de Dios y la Voluntad o propósito de Dios; la cuarta estrofa señala la relación de la humanidad con las tres energías, inteligencia, amor y voluntad, y la profunda responsabilidad del género humano para complementar la difusión del amor y la luz en la tierra”. (El  Discipulado en la Nueva Era II. Págs. 145, 146, 147, 151, 152, 153, 154).